Bueno, a lo que vamos, una nueva poesía, de las muchas que tengo escritas últimamente, que ha pasado la criba para ser publicada -me pasa que las cosas que escribo me flipan cuando las he escrito, pero después de un tiempo me dejan de gustar tanto; ésta es de las pocas que me siguen gustando después de un tiempo.
Dicha poesía toca un poco la temática del dolor, el sufrimiento y la desolación tan presentes en este mundo que da auténtico pánico indagar en ella. Además, he de decir que está un poco inspirada de uno de mis poemas favoritos, llamado Los heraldos negros, del poeta César Vallejo (cuya lectura recomiendo). Que la temática y la línea esté un poco inspirada de este poema, no quiere decir ni mucho menos que sea una copia e incluso ni que se parezcan mucho -si menciono la fuente, en parte, inspiradora es porque me gusta hacerlo y no soy como los que copian descaradamente cosas de muchos sitios y ni siquiera las mencionan.
Disfrútenlo, si es que hay algo que disfrutar:
Dolor de humanidad
Yo conozco en mis carnes el hueso amarillo de la desolación,
la depresión del amanecer que tortura miradas incrédulas,
la bohemia, la culpa y el peso de una humanidad perdida
como si yo fuera el culpable directo de su sino sangriento.
Cargo con el llanto de tantos niños que me rondan
que aún no sé si mi nacimiento fue castigo o demora,
a mi lado pululan humanos con sentimientos ahogados en barro,
y sólo algunos ven la luz muy de vez en cuando.
Lo vivido se me empoza en la mirada
y el cielo se oscurece iracundo de malos presagios
que van a dar con gotas que caen sobre el alma.
Mis huesos se quiebran contra el pavimento
y la sangre se destila a chorros por mis callejones;
si muero: que sea de amor por lo justo.