Tras cerciorarme, muy a mi pesar, de que no puedo mantener una actualización continuada, llegué a plantearme publicar al menos una entrada al mes -es lo mínimo para que el blog no parezca abandonado y dejado a la deriva- y me comprometí a ello, pero como se puede ver ni aun eso he podido cumplir (en enero no he publicado nada). Pero como ni me pagan, ni me castigan por ello, sé que a mis escasos y modestos lectores no les va importar y sabrán perdonármelo (no les queda otra...).
Después de esta aclaración, que nadie me ha pedido, por otra parte, vuelvo a lo que quería decir/hacer. Esto no es ni más ni menos que la publicación de una nueva poesía, la cual tengo por ahí escrita desde hace un par de semanas (más o menos). No voy a comentar mucho sobre ella porque no lo veo estrictamente necesario; por lo tanto, no voy a alargar mucho más la introducción, aunque sí quiero prometer antes que acabaré publicando un contenido más variado, el cual no se limitará a mis poemas particulares exclusivamente.
Recuerdos, distancia y nostalgia
Suculento olor el de la nostalgia;
olor a tierra mojada palpitante,
olor a arcilla moldeada por tus manos,
olor a tu perfume y a tu esencia,
al fin y al cabo.
Tal fenómeno, me oprime el pecho
como si un batallón de soldados lo atacara.
Su estela como de la nada aparece en mí,
me recita versos indelebles
y aprisiona sentimientos como si de reos se tratase.
En fin...
Las alegorías no bastan,
y un cincel martillea mi alma
escribiendo tu nombre,
mientras se fragua el acero en mis entrañas.
Recuerdos, distancia y nostalgia:
no sé por dónde aparecisteis,
removiendo flores de prados casi yermos,
pero sí sé que en mí os quedaréis,
sembrando tiempo, lugares y momentos.
(La nostalgia me quema como estaño fundido en el corazón).
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